Ha sido la primera vez que piso suelo portugués después de que me propusiera estudiar su idioma, hace casi 4 meses (nivel A1, ahora voy por el A2), y haya conseguido entablar ya alguna que otra conversación, básica, rudimentaria, pero toda una satisfación en mi caso. Porque, ¿qué puede haber más interesante que aprender el idioma del lugar que a uno lo apasiona?.
Escribo esta entrada después de sentir definitivamente la total necesidad de dar un giro de 180º a la dirección de este blog, sencillamente porque la mayoría de las entradas que lo ocupan tratan de Portugal, en concreto del Algarve, y de la zona de Lisboa y alrededores... Todas mis escapadas me dirigen allí desde hace casi diez años, por lo que no me queda más remedio que reconocer de una vez por todas mi lusofilia empedernida y dedicar este blog casi en su totalidad a todo lo relacionado con las experiencias que por allí voy recolectando.
Y qué mejor manera de demostrarlo que poniendome manos a la obra y comentando mi última visita relámpago estas Navidades pasadas, porque me apetecía ver qué se cuece por allí en estas fechas. Mis visitas de un día tienen un objetivo claro: absorver todo lo que pueda en el menor tiempo posible. Dicho y hecho. En el trayecto que va desde Vila Real a Faro (200 kms ida mas 200 kms vuelta), me dediqué a lo siguiente: visitar mercados (en concreto los de Castro Marim y Olhão); contemplar las hermosas vistas del restaurante O Castelo dentro del casco antiguo de Faro; fotografiar las famosas anclas de la praia do Barril, y por último, a la vuelta, pasear por Tavira en estas fechas tan señaladas.